25 de julio de 2011
Te usaré una vez más
Así como lees; te usaré una vez más. Y lo haré porque eres con quién puedo desahogarme, me ayudas a ordenarme y por sobre todo no me esperanzo con una respuesta tuya que no llegará, debido a que sé de antemano que no puedes responderme.
La aceptación es algo que busco en cada rincón producto de una larga niñez y juventud familiar en donde no escuché más que desaprobación y comparaciones con el resto de la gente.
"¿Por qué no eres como tu primo?", "El hijo de mi amigo hace siempre esto y tú no", "Se nota que el único inteligente de la casa soy yo", "¡Pero usa la inteligencia!", "Igual te faltó para que estuviese bien"... voces en mi cabeza que se escuchan más despacio que antes, pero que se siguen escuchando.
Por ello mi ego está constantemente anhelante de un signo de aprobación, que me valide como un buen sujeto, como una buena persona, como importante para alguien. Y si aún me comparo con el resto es porque siempre me han comparado... nadie me ha mostrado otra forma de ser.
Existen instancias en las que siento que sobro, en las que me percato que no tengo nada que hacer en el lugar en donde estoy en ese preciso instante, como si la única forma de ser que me llena es ser imprescindible para el resto. Mucha hambre tiene mi famélico yo, un hambre que me duele tanto cuando la siento como cuando intento aplacarla.
Momentos que me recuerdan mis grupos colegiales no suelen ser gratos para mí. Sueno como si tuviese un problema sin superar (y sé que lo tengo), pero ver cómo el resto la pasa bien y yo no me afecta enormemente. Él con ella, tú con él, ustedes allá, todos formando parte de algo. Y me siento aislado, sobrante, tontamente solo, cuando yo no me siento parte de algo.
Un "quédate" hubiese sido tan confortante.
Un rato de postergación en favor del resto me ayuda a cargar pilas lentamente... siempre y cuando sienta que la otra persona está agradecida (no me son significativos los "gracias" de cliché) o logro ver que ésta se siente bien por mi gesto. Sí, en ocasiones hago cosas por un gracias, ya que éste me hace sentir como un niño que recibe un sutil y cálido cariño en el cabello. En esos instantes me hace feliz comprobar que le sirvo a alguien aunque sea como herramienta.
Melancólico, triste, un tanto abatido y agresivo como un animal que fue herido en lo profundo de su carne... creo que es mi forma de manifestar mi sentimiento de soledad, mi forma de gritar "ayúdame", mi forma en que el ego pide a alguien para mí.
Me hace sentir tonto recurrir a ti una vez más, pero siento que nuevamente me haz ayudado. Ahora respiraré, tomare un poco de agua y al rato volveré a leer esto para ordenarme. Sin embargo, ya me siento más ligero al vomitar parte de lo que sentía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario