Y caminé varios minutos por aquella ciudad que me era familiarmente desconocida. Observaba buscando ansiosamente lo que antes había visto, sin embargo sólo encontraba una mezcla de pasado y presente que terminaba por desorbitar mis recuerdos una y otra vez, y es que los lugares que conocí años atrás estaban y no estaban frente a mis pies.
Decidí dejar atrás el reencuentro con la ciudad para comenzar una búsqueda concreta, decidí plantearme un objetivo puntual: encontrar aquel lugar que me cobijó un par de noches en mi antigua visita a esta ciudad junto al lago. Y es que encontrar aquel hotel no sería difícil, ya que recordaba claramente la vista que uno podía observar desde la terraza de aquella elevada habitación mágica. Un cielo celeste surcado por pequeñas y esponjosas nubes de un color tan blanco que me daba la sensación de ensuciarlas con tan solo poner mis ojos sobre ellas; unas enormes montañas cubiertas por brillante y hermosa nieve nacida de aquellas nubes de color blanco puro y un lago tan amplio y tan azul como el mismo océano... ésta era la postal que mi mente jamás olvidó después de aquella lejana visita.
Tras unos minutos llegué a las orillas del hermoso lago. Mi vista de inmediato se posó sobre los edificios que circundaban aquellas bellas aguas, intentando encontrar aquel hotel que me invitó a enamorarme de ese desconcertante paisaje hace ya varias lunas atrás, no obstante mis ojos nada encontraron tras recorrer casi toda la costa.
Comencé a buscar más exhaustivamente el hotel. Me detenía a ver detalladamente cada puerta, cada ventana, cada arbusto que estuviese cerca de las fachadas intentando así encontrar algo que me hiciese decir "Éste es el lugar que me recibió aquel día", pero nada encontré. De pronto, mientras desanimadamente recorría por enésima vez la calle que separaba la ciudad del lago, me percaté de una alta capilla que con tan solo verla ante mis ojos recordé que ésta estaba a metros de mi hotel aquella vez que dormi allí. Me reprendí por lo estúpido que fui al no haberme dado cuenta antes y sin vacilar un segundo más miré hacia sus costados buscando el hotel. Y allí, junto a la capilla, estaba el lugar, mi lugar, pero sin el hotel que antes había visitado. En lugar de ello se encontraba allí un edificio residencial más nuevo y grande que el hotel que en el ayer me recibió calidamente.
Observé esta nueva construcción y curiosamente no me entristecí al ver como aquella habitación mágica ya no se encontraba allí como antes. Miré unos segundos el nuevo edificio de abajo hacia arriba y, tras respirar profundo, giré para darle la espalda a la construcción y ver algo que de seguro si seguía en su lugar. Y es que yo sabía que frente a esta nueva residencial aún se encontraba aquel cielo, aquellas montañas y aquellas aguas que en el pasado me enamoraron y me hicieron regresar una vez más al lago junto a la ciudad.
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